Literatura

10 libros para salir de una sequía lectora

Si ya no puedes leer como antes ya que no encuentras el libro que te enganche te mostramos 10 grandes libros para salir de una sequía lectora.

Tú que devorabas libros, que los atesorabas y mirabas embelesado portadas frente a la estantería, imaginando la cantidad de cosas ricas que podrían esconder en su interior. Tú que te dormías cada noche abrazado a uno, que los comprabas, recomendabas e intercambiabas, tú que los adorabas… y hace meses que no rozas uno ni con la mirada.

Libros para salir de una sequía
Libros para salir de una sequía

¿Qué ha pasado? ¿Eres tú o son ellos?



Libros para salir de una sequía

Hoy te damos diez buenas razones para volver a leer, diez buenos libros por los que vale la pena reconciliarse con la lectura.

1. ‘Juntos, nada más’, de Anna Gavalda

 

 

Cuatro personajes rotos conviven temporalmente en un gran piso del centro de París. No importa demasiado el origen ni las taras de cada uno, el simple hecho de encontrarse y de compartir un trozo de historia juntos, cambia para siempre el resto de sus vidas.

Una novela que habla de soledad, de generosidad, de ganas de vivir, del amor que se siente por quienes tienes delante y de cómo te influyen para siempre las personas que, accidentalmente o no, pasan por tu vida.

Al cerrar el libro se te queda en la cara una sonrisa muy boba, pero exenta de ñoñería. La grata sensación de que la soledad nunca es eterna, a menos que uno así lo desee.

Eso lo convierte en uno de los grandes libros para salir de una sequía




2. ‘El libro de la señorita Buncle’, de D. E. Stevenson

 

 

¿Buscas una historia que te divierta y te haga sentirte bien? ¿Eres fan de todo lo británico? Si aún recuerdas con nostalgia aquel pueblecito en que Miss Marple resolvía crímenes entre tazas de té y ferias campestres, te encantará trasladarte al apacible Silverstream, donde vive la señorita Buncle, una solterona que, para salir de sus apuros económicos, concibe la peregrina idea de escribir un libro. Solo que esta inocente iniciativa tendrá unas consecuencias inesperadas: no es casualidad que su novela lleve por título El perturbador de la paz, porque su publicación alterará las vidas de los habitantes del pueblo. Así, el lector podrá pasar revista a todos los tipos que abundan en las novelas británicas: el coronel retirado, el vicario, la aristócrata con ínfulas… retratados con ironía e inteligencia. En resumen, un libro ameno y delicioso, perfecto para que te alegre una tarde de lluvia. Muy recomendable leerlo con una taza de té al lado. Si además la acompañas con unos cuantos scones, ya es para nota.

Si, como suele ocurrir, después de leerlo te quedas con ganas de más, D.E. Stevenson tiene otras dos novelas protagonizadas por este encantador personaje: El matrimonio de la señorita Buncle y Las dos señoras Abbott.


3. ‘Sin noticias de Gurb’, de Eduardo Mendoza

 

 

En los momentos de sequía lectora, que inevitablemente nos pueden sacudir en algún momento de la vida, no se me ocurre mejor recomendación para despertar la sed de lectura que revisitar Sin noticias de Gurb, de Eduardo Mendoza.

La primera vez que la leí fue en el verano de 1990, donde el diario El País la publicó por entregas durante el mes de agosto. Desde las primeras páginas me quedé enganchado a este diario de un extraterrestre que, adoptando la forma de la cantante Marta Sánchez para «pasar desapercibido», inicia una búsqueda de su compañero Gurb, desaparecido en la Barcelona preolímpica.

A Sin noticias de Gurb se la ha calificado de lectura ligera, banal, de travesura o de ser una obra menor. Y así es, sin más. Pero la magia está precisamente ahí. Para mí es una obra maestra del surrealismo y una de las novelas que más adicción y risas me ha producido desde la primera página.




4. ‘En el país de la nube blanca’, de Sarah Lark

 

 

Para mí, una de las mejores maneras de salir de las sequías lectoras es ir a lo seguro. Y lo seguro muchas veces son libros de más de ochocientas páginas, de los que tienen fajitas con millones de lectores. A lo grande.

Uno de mis descubrimientos recientes ha sido Sarah Lark. Esta autora tiene varias novelas, todas en torno a las mil páginas y casi todas ambientadas en la colonización de Nueva Zelanda a finales del siglo XIX. En el país de la nube blanca narra la historia de dos chicas que viajan a Nueva Zelanda para casarse con desconocidos. Una de ellas es una institutriz que ha contestado a la solicitud de un granjero, mientras que la otra es de origen noble y se ha prometido a un magnate de la lana. A su llegada encontrarán un país en construcción, que por no tener no tiene ni los caminos trazados.

Es una historia bonita, de mujeres interesantes, fuertes y valientes. Es bastante más verosímil que otras de este estilo. No se hace pesada y entretiene. La parte histórica de la colonización de Nueva Zelanda la hace distinta a otras novelas de este estilo y es, además, muy interesante. Es, por último, una historia verosímil, una lectura para disfrutar, para salir de una crisis lectora o para leer en la piscina.


5. ‘California 83’, de Pepe Colubi

 

 

Una de las mejores fórmulas para combatir el temido bloqueo lector es aplicarle un poco de humor al asunto. California 83 es lo que una servidora te prescribe de cara a esta indeseable situación.

Pepe Colubi será el encargado de sacarnos más de una carcajada mientras nos cuenta la historia de su alter ego Pipi, un joven de diecisiete años que en el curso del 83 decide trasladarse desde su instituto de Madrid a California con el fin de hacer COU. Las situaciones que Colubi nos plantea se encuentran impregnadas de un humor muy canalla, alcanzando así el objetivo principal de la novela, que no es otro que entretener al personal de la forma más amena posible y dejando al lector con ganas de que las páginas del libro se incrementen a medida que avanzamos en la lectura.


6. ‘La princesa prometida’, de William Goldman

 

 

¿No sabes qué leer? ¿Estás hastiado y no te apetece ninguno de los libros que tienes en casa? ¿Quieres una historia inolvidable, fácil y rápida de leer? No sigas buscando, ya la has encontrado. No conozco a nadie que no haya visto la película, y no conozco a nadie que, después de verla, no le haya gustado. No puedes equivocarte con esta novela.

Aventuras, piratas, príncipes, espadachines, gigantes, romance, secuestro, magia, venganza, amor verdadero. No le falta de nada ni le sobra nada. Una historia única, un clásico que te hará volver a tu infancia y recordar la primera vez que oíste eso de:

«Hola. Me llamo Íñigo Montoya. Tú mataste a mi padre. Prepárate a morir».


7. ‘La delicadeza’, de David Foenkinos

 

 

Uno debería tener la librería llena de libros de Foenkinos para estos periodos de sequía lectora, aunque no creo que haya más de media docena de novelas de este autor traducidas al castellano. Sus historias son cotidianas, desbordan ternura y humanidad, contienen un humor fino y una ironía muy elegantona, y mantienen el ritmo con una prosa natural y sencilla. Una buena mezcla para reencontrarse con la literatura.

En La delicadeza, Foenkinos nos cuenta la historia de Nathalie, una mujer que pierde a su marido en un accidente y que recompone su vida a través de la sencillez y la delicadeza de un compañero de oficina, un muchacho sueco casi invisible («la infancia en Suecia se parece a la vejez en Suiza») que no le devolverá la vida anterior, pero le permitirá vivir con sus recuerdos sin abandonarlos. Una historia a veces disparatada, pero con personajes creíbles a los que terminas por querer mucho.


8. ‘Nueva York’, de Edward Rutherfurd

 

 

El prólogo de este libro empieza diciendo que «Nueva York es antes que nada una novela». Las cursivas hacen pensar que se refiere, obvia e innecesariamente, a este libro de novecientas cuarenta y cuatro páginas que, efectivamente, es una novela. Una novela sobre los cuatro siglos de historia de NY contados a través de personajes e historias que arrancan en el siglo XVII con los nativos algonquinos que habitaban lo que hoy es Brooklyn, Queens y Long Island y terminan con el ataque a las Torres Gemelas en 2001. Los Van Dyck y los Master, dos familias de holandeses e ingleses, nos conducen por este libro que ya ha reenganchado a más de uno y a más de dos en esos momentos de sequía lectora. Y es que Nueva York, sin cursivas, es una gran novela, una gran historia. Al principio todos se asombran con el volumen del ejemplar y afirman «estoy yo para leer un tocho de mil páginas», pero acaban reconociendo que no pueden parar de leer esta novela histórica, facilona, sin pretensiones, entretenida e ilustradora de Edward Rutherfurd, especialista en escribir sobre grandes ciudades y sus historias.


9. ‘No culpes al karma de lo que te pasa por gilipollas’, de Laura Norton

 

 

Todos tenemos épocas en las que no nos apetece leer y se nos hace cuesta arriba coger un tocho o, simplemente, necesitamos un libro más ligero que nos atrape con una historia sencilla que nos haga olvidar nuestra rutina.

Este verano salí de una de estas crisis lectoras con No culpes al karma de los que te pasa por gilipollas. Admito que me llamó la atención el título, que ya puedes imaginar que te trae una historia no muy profunda, pero que seguro que te hace reír. Y así fue. Conocí a Sara y en breve me quedé a su lado con un novio al que apenas ve, un negocio peculiar que no acaba de despegar, unos padres a punto de divorciarse y una hermana que se ha comprometido nada menos que con el amor platónico de la protagonista. Quizá sea una trama muy utilizada, pero Laura Norton sabe ir un poco más allá y su novela romántica es también disparatada, divertida y muy entretenida. La carcajada está asegurada.


10. ‘Todo flota’, de Coloma Fernández Armero

 

 

La autora recopiló frases, preguntas y pensamientos de su hija Frida desde los tres a los cinco años. A partir de ellos creó este breve libro de poemas de una originalidad y una ternura espectaculares. A veces como excusa, a veces como respuesta, los pensamientos de la madre se tejen junto a los de la niña, mientras van construyendo juntas un universo lleno de preguntas y miedos eternos que duelen independientemente de la edad que se tenga.

Como la propia Coloma dice en el libro, «es la intersección entre una niña que despierta al mundo y una mujer que se ha cansado de soñar en él».

M: ¿Qué has hecho hoy en el colegio?
F: He salido al recreo y he conseguido que las mariposas volaran.


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